La Crisis del 98: El Final del Imperio
España ya no era la potencia mundial de siglos anteriores. A finales del XIX solo le quedaban Cuba, Puerto Rico y Filipinas, y hasta esas las iba a perder. Cuba llevaba años con movimientos independentistas porque España la tenía controlada con monopolios y sin autonomía alguna.
En 1895 estalló la Guerra de Cuba, y España la perdió gracias a la intervención de Estados Unidos tras la misteriosa voladura del acorazado Maine. Los americanos también se metieron en Filipinas y Guam, y al final España perdió todo con el Tratado de París.
Esta derrota provocó una crisis brutal en tres niveles. Económicamente, España perdió mercados importantes y materias primas como cacao, café y azúcar, aunque desarrolló el cultivo de remolacha azucarera en la península para compensar.
Ideológicamente nació el regeneracionismo de la mano de la Generación del 98. Estos intelectuales echaban la culpa del desastre al turnismo y al fraude electoral, y pedían reformas educativas, medidas sociales e inversión en obra pública.
Políticamente, los partidos dinásticos perdieron credibilidad mientras crecían los movimientos que estaban fuera del sistema: nacionalismos, movimiento obrero y republicanos.
Consecuencia inesperada: Los capitales repatriados de las colonias se invirtieron en España, lo que ayudó a sanear las finanzas públicas.