La revolución liberal: moderados vs progresistas
Mientras suena el ruido de los cañones, España vive una revolución liberal acelerada. Los primeros gobiernos son tímidos, pero la guerra obliga a cambios más radicales para conseguir apoyos.
El Estatuto Real de 1834 es el primer intento de compromiso: una carta otorgada por la Corona que crea Cortes con poderes limitados. Pero esto no satisface a nadie, especialmente a los progresistas que quieren una constitución de verdad.
Aquí se definen las dos almas del liberalismo español. Los moderados prefieren cambios graduales, soberanía compartida entre Rey y Cortes, y un sufragio muy restringido. Representan a las clases altas: terratenientes, alta burguesía, nobleza. Los progresistas van a por todas: soberanía nacional, más derechos, descentralización y un sufragio más amplio. Su base son las clases medias urbanas.
Mendizábal, el ministro progresista, revoluciona el país: disuelve órdenes religiosas y lanza la desamortización para financiar la guerra. Sus reformas van tan lejos que hasta la propia regente se asusta.
Recuerda: Los "espadones" (generales con poder político) se convierten en árbitros de la situación. Sin ejército, no hay liberalismo posible.