Las Regencias de Isabel II y las Guerras Carlistas (1833-1843)
Imagínate España dividida en dos bandos irreconciliables: por un lado los carlistas, que apoyaban a Carlos María Isidro y querían mantener el Antiguo Régimen y los fueros tradicionales. Por otro, los isabelinos o cristinos, que defendían el liberalismo y apoyaban a la pequeña Isabel II.
La Primera Guerra Carlista (1833-1840) fue brutal y se desarrolló principalmente en el País Vasco, Navarra, Cataluña y el Maestrazgo. Los carlistas, liderados inicialmente por Zumalacárregui, controlaron grandes territorios hasta que este murió en el sitio de Bilbao. El conflicto terminó con el Convenio de Vergara en 1839, donde los carlistas reconocieron a Isabel como reina a cambio de no sufrir represalias.
Mientras tanto, como Isabel era menor de edad, su madre María Cristina ejerció la regencia. Los liberales se dividieron en dos grupos: los moderados (clases altas, querían limitar el poder del pueblo) y los progresistas (clases medias, más democráticos). Esta división marcará toda la política del siglo XIX.
Dato clave: El sufragio censitario del Estatuto Real de 1834 solo permitía votar al 0,15% de la población. ¡Menos de 2 de cada 1.000 españoles podían elegir!
El Estatuto Real de 1834 fue el primer intento de establecer un sistema liberal, aunque muy limitado. Creó unas Cortes bicamerales pero mantuvo muchísimo poder en manos del rey. Los progresistas consiguieron después la Constitución de 1837, más avanzada, que amplió el derecho al voto al 2,5% de la población y estableció más derechos individuales.
El general Espartero tomó el poder en 1840, pero su estilo autoritario acabó generando tanta oposición que fue derrocado en 1843. Isabel II, con solo 13 años, fue declarada mayor de edad y comenzó su reinado efectivo.