El Trienio Constitucional y la Década Ominosa (1820-1833)
El Trienio Constitucional (1820-1823) supuso un nuevo intento de implantar reformas liberales. Las Cortes impulsaron medidas para desmantelar las estructuras feudales abolición de señoríos, gremios y mayorazgo, supresión del diezmo y venta de tierras monásticas. Estas reformas buscaban establecer relaciones capitalistas en el campo y liberar la industria y el comercio.
Sin embargo, el proyecto enfrentó múltiples desafíos. Fernando VII conspiró constantemente contra el régimen, utilizando su derecho de veto y buscando apoyo exterior. El campesinado, en lugar de beneficiarse, se vio perjudicado al convertirse en arrendatarios de los antiguos señores ahora propietarios. Los liberales se dividieron entre moderados y exaltados, debilitando su posición.
En 1823, los Cien Mil Hijos de San Luis, enviados por la Santa Alianza, invadieron España y restauraron el absolutismo, dando inicio a la Década Ominosa (1823-1833). Fernando VII reprimió a los liberales y derogó los avances del gobierno constitucional, pero enfrentaba una Hacienda en bancarrota y la oposición de los sectores más reaccionarios, agrupados en torno a su hermano Carlos María Isidro.
El problema sucesorio marcó los últimos años del reinado. Al casarse con María Cristina de Nápoles y promulgar la Pragmática Sanción en 1830, permitió la sucesión femenina, marginando a Carlos. Tras su muerte en 1833, la cuestión sucesoria desencadenaría la Primera Guerra Carlista, enfrentando a los defensores del Antiguo Régimen (carlistas) contra los partidarios de las reformas liberales.
💡 El carlismo, movimiento que apoyaba a Carlos María Isidro, no era solo una disputa dinástica. Representaba la defensa de un modelo tradicional de sociedad frente a las transformaciones liberales, con el lema "Dios, Patria, Rey y Fueros", atrayendo especialmente a campesinos y zonas rurales.