La monarquía absoluta: poder sin límites
En el Antiguo Régimen predominaba la monarquía absoluta, donde el rey concentraba todos los poderes (ejecutivo, legislativo y judicial). Su autoridad procedía supuestamente de Dios, por lo que no se sometía a ningún control ni compartía el poder con nadie.
El monarca gobernaba el reino, dirigía la política exterior, dictaba las leyes y administraba justicia. Todos los súbditos estaban sometidos a él sin que ninguna ley los protegiera del despotismo. Cualquier desobediencia era reprimida por el ejército.
Luis XIV de Francia, conocido como el "Rey Sol", fue el ejemplo más significativo del absolutismo europeo. Los monarcas eran asesorados por consejos y ministros, mientras numerosos funcionarios administraban el reino y recaudaban impuestos.
La Enciclopedia, elaborada por Diderot y D'Alembert en el siglo XVIII, recopiló los conocimientos de la época y defendió los valores ilustrados, criticando tanto la sociedad estamental como el absolutismo.
Recuerda: La Enciclopedia proponía una sociedad justa, libre y cosmopolita, opuesta al sistema del Antiguo Régimen.