Isabel II: Las Regencias y las Guerras Carlistas
La muerte de Fernando VII en 1833 desencadenó una guerra civil entre los partidarios de Isabel II (isabelinos, apoyados por los liberales) y los del infante Carlos (carlistas, con el lema "Dios, Patria, Fueros y Rey").
La Primera Guerra Carlista (1833-1840) se desarrolló principalmente en el País Vasco y Navarra. El general carlista Zumalacárregui controló amplias zonas del norte hasta su muerte en el sitio de Bilbao. La guerra terminó con el Convenio de Vergara (1840), que buscaba la reconciliación entre ambos bandos.
Durante la regencia de María Cristina, se inició la transición hacia el liberalismo con el Estatuto Real, que convertía las Cortes en bicamerales pero mantenía la mayoría de poderes en la Corona. Esto decepcionó a los liberales, que se dividieron en moderados (liderados por Narváez, más conservadores) y progresistas (liderados por Espartero, partidarios de limitar el poder real).
Mendizábal adoptó medidas liberales que enfrentaron a la regente con los progresistas. Tras la sublevación de los sargentos, se restauró temporalmente la Constitución de 1812 y se elaboró la Constitución de 1837, que establecía el bicameralismo, la soberanía nacional compartida y el sufragio restringido masculino.
Importante: La regencia de Espartero (1840-1843) terminó cuando sus métodos autoritarios provocaron una sublevación moderada dirigida por Narváez.