Los pueblos prerromanos y las colonizaciones históricas
La Península Ibérica estuvo habitada por diversos pueblos durante el primer milenio a.C., antes de la llegada de los romanos. Los iberos desarrollaron una cultura avanzada, especialmente en las zonas costeras donde seguían el modelo de ciudad-estado mediterráneo. Destacaron por su metalurgia del hierro (falcata), su arte rico (como las damas de Elche y Baza) y su carácter guerrero.
Los celtas se asentaron en el norte y oeste peninsular, con una economía agraria más modesta pero con conocimiento de la metalurgia del hierro. Se organizaban en tribus y construían poblados fortificados como los característicos castros gallegos. De la mezcla cultural surgieron los celtíberos, que habitaban la meseta y el norte, famosos por su feroz resistencia contra los romanos, como demuestra el caso de Numancia.
En el sur floreció Tartessos, un reino legendario cuya riqueza provenía del comercio de metales preciosos. Gobernado por monarcas como Argantonio, su desaparición a mediados del primer milenio podría deberse a conflictos internos o a la intervención cartaginesa.
💡 El legado cultural más importante de los colonizadores orientales fue la introducción de la escritura alfabética, tanto fenicia como griega, que revolucionó la comunicación en la península.
Las colonizaciones extranjeras también dejaron huella profunda. Los fenicios fueron los primeros en llegar, estableciendo ciudades como Gadir (Cádiz) para comerciar con metales y difundiendo avances como el uso del hierro y el torno alfarero. Los griegos se asentaron principalmente en la costa catalana y levantina, con colonias como Ampurias, e introdujeron cultivos como la vid y el olivo. Finalmente, los cartagineses entraron en conflicto con Roma por el control de la península, siendo derrotados en las Guerras Púnicas 237−201a.C..