Nacionalismos: Unificación Alemana e Italiana
La unificación alemana arranca en 1815 con el Congreso de Viena, que reorganiza Europa tras la caída de Napoleón creando una confederación de 30 estados germanos. Prusia se convierte en el líder natural al establecer una unión aduanera en 1816 que conecta económicamente estos territorios.
El verdadero impulso llega en 1861 cuando Guillermo I se convierte en Kaiser de Prusia. Junto a su canciller Otto von Bismarck, orquesta una estrategia militar brillante: tres guerras que van anexionando territorios poco a poco.
La primera guerra (1864) contra Dinamarca les da los ducados de Schleswig y Holstein. La segunda (1866) derrota a Austria y anexiona Hanover. La guerra final contra Francia (1871) es devastadora: los alemanes llegan hasta París y se quedan con Alsacia y Lorena tras el Tratado de Frankfurt.
La unificación italiana tiene un inicio más revolucionario con los "carbonarios" (1820), sociedades secretas que plantean las primeras ideas de unidad. El proceso real comienza con Víctor Manuel II de Piamonte-Cerdeña y su primer ministro Camilo di Cavour, que usan tanto la diplomacia como la guerra.
Francia les regala Lombardía en 1859 tras vencer a Austria. Giuseppe Garibaldi se convierte en héroe nacional al liderar la liberación de Nápoles y Sicilia en 1860. Una nueva guerra contra Austria en 1866 añade más territorios del norte, y finalmente Roma y Venecia se unen en 1870 formando el Reino de Italia.
Dato clave: Ambas unificaciones siguen un patrón similar: un estado líder (Prusia en Alemania, Piamonte en Italia) que va absorbiendo territorios mediante guerras estratégicas y alianzas diplomáticas.