Carlos III: el rey reformista
Carlos III fue el mejor ejemplo del despotismo ilustrado en España. Se rodeó de ministros capaces como el conde de Aranda y Jovellanos, que aplicaron reformas importantes para modernizar el país.
Sus reformas económicas liberalizaron el comercio con América y crearon manufacturas reales. En agricultura, redujo los privilegios de la Mesta, construyó canales de riego y promovió el cultivo de nuevas tierras. También expulsó a los jesuitas, acusándolos de provocar el motín de Esquilache.
Para fomentar la educación construyó escuelas y creó las Sociedades Económicas de Amigos del País. En política exterior, mantuvo los conflictos con Reino Unido, recuperando Menorca pero no Gibraltar.
Sin embargo, todo se complicó con Carlos IV (1788). La crisis de la hacienda real y el estallido de la Revolución Francesa paralizaron las reformas. España luchó primero contra Francia revolucionaria y luego se alió con ella, lo que llevó al desastre de Trafalgar, donde la armada española fue destruida.
¡Dato importante! El motín de Esquilache demostró que las reformas tenían límites cuando chocaban con los intereses de los privilegiados.