Imagínate vivir en una época donde tu futuro estaba decidido desde que nacías. Así era la sociedad estamental del Antiguo Régimen, basada en tres pilares: economía agraria, desigualdad social y monarquías absolutas.

La agricultura de subsistencia era la base de todo. Los campesinos cultivaban principalmente para sobrevivir, usando el sistema de rotación trienal (dejando descansar un tercio de la tierra cada año). Cuando llegaban las crisis de subsistencia por mal tiempo, la gente pasaba hambre y se extendían las epidemias.

La sociedad se dividía en dos grupos muy diferentes. Los privilegiados (nobleza y clero) tenían tierras, no pagaban impuestos y gozaban de leyes especiales. El resto, el Tercer Estado, formaba la mayoría de la población pero cargaba con todos los impuestos y carecía de derechos.

¡Dato curioso! En Francia, el 98% de la población pertenecía al Tercer Estado, pero solo tenía el mismo poder de voto que la nobleza y el clero juntos.

Durante el siglo XVIII, Europa experimentó cambios importantes que pusieron en crisis el Antiguo Régimen. El comercio triangular entre Europa, África y América generó enormes riquezas intercambiando productos manufacturados, esclavos y materias primas.

La población creció gracias a la menor mortalidad, lo que aumentó la demanda de alimentos. Se cultivaron nuevas tierras y se introdujeron cultivos como la patata. La industria también se desarrolló con el trabajo a domicilio y las manufacturas reales.

Todo este desarrollo económico fortaleció a la burguesía, que vio crecer su poder e influencia social. Mientras tanto, nacía la Ilustración, un movimiento intelectual que apostaba por la razón y la observación para analizar la realidad.

Los ilustrados crearon la Enciclopedia dirigida por Diderot y D'Alembert, donde más de 140 especialistas reunieron todo el saber de la época. Sin embargo, sus ideas de tolerancia encontraron la oposición de la monarquía y la Iglesia.

¡Importante para el examen! La Ilustración es clave para entender todas las revoluciones que vendrán después. Sus ideas de razón, tolerancia y educación cambiaron el mundo.

Los filósofos ilustrados desarrollaron ideas revolucionarias que cuestionaban todo el sistema del Antiguo Régimen. Sus propuestas sentaron las bases del liberalismo político que conocemos hoy.

Locke defendía que el Estado surge de un pacto entre gobernantes y ciudadanos, y solo es legítimo si respeta los derechos naturales. Voltaire propuso que el parlamento limitara el poder del rey y que los impuestos no recayeran solo sobre el Tercer Estado.

Montesquieu ideó la famosa división de poderes: legislativo (parlamento), ejecutivo (rey y ministros) y judicial (jueces independientes). Rousseau definió el contrato social y planteó que el poder debía emanar del voto de los ciudadanos.

En economía, los ilustrados criticaron el mercantilismo. Propusieron que la agricultura era la principal fuente de riqueza y defendieron la fisiocracia (el Estado no debe intervenir en la economía). Sus ideas de libre iniciativa y propiedad privada crearon el liberalismo económico.

¡Conecta conceptos! Fíjate cómo todas estas ideas ilustradas aparecerán después en las constituciones y sistemas políticos modernos, incluida la Constitución española actual.

En la mayoría de Europa dominaba la monarquía absoluta hereditaria, donde el rey tenía poder total por derecho divino. Luis XIV de Francia (1643-1715), conocido como el "Rey Sol", fue el ejemplo perfecto de monarca absoluto que no se sometía a ningún control.

A mediados del siglo XVIII surgió el despotismo ilustrado con monarcas como Catalina de Rusia, Federico II de Prusia y Carlos III de España. Su lema era "Todo para el pueblo pero sin el pueblo": aplicaban reformas inspiradas en la Ilustración, pero sin dar participación política a los ciudadanos.

Sin embargo, ya existían alternativas. Las revoluciones del siglo XVII en Inglaterra y Países Bajos habían demostrado que se podía acabar con la monarquía absoluta. Estos países implantaron el parlamentarismo, basado en la separación de poderes.

En Inglaterra, el Habeas Corpus garantizaba las libertades individuales y el Bill of Rights (1689) limitaba los poderes del monarca, sometiendo sus decisiones al parlamento. Era el inicio de la democracia moderna.

¡Recuerda! El parlamentarismo inglés será el modelo que inspiren las futuras revoluciones liberales en Francia y el resto de Europa.

El 4 de julio de 1776 (Independence Day) las 13 colonias inglesas de Norteamérica declararon su independencia, iniciando una guerra que terminaría en 1783 cuando Gran Bretaña reconoció oficialmente los Estados Unidos de América.

Los nuevos Estados Unidos aprobaron la primera constitución liberal escrita de la historia, completada con la Carta de Derechos que garantizaba las libertades individuales. George Washington fue elegido como primer presidente, estableciendo un precedente democrático.

El ejemplo estadounidense tuvo un impacto enorme en las futuras revoluciones liberales europeas, especialmente en la Revolución Francesa de 1789. Demostró que las ideas ilustradas podían llevarse a la práctica y crear un nuevo tipo de Estado.

Esta revolución marcó el inicio del fin del Antiguo Régimen. Las ideas de soberanía popular, constitución escrita y división de poderes se extendieron por Europa como la pólvora, transformando para siempre la organización política y social del mundo occidental.

¡Clave para entender el presente! Los principios políticos que nacieron con la independencia estadounidense (constitución, derechos fundamentales, división de poderes) son la base de todas las democracias actuales, incluida España.