Los monistas: un solo principio para explicar todo
Los primeros filósofos tenían una idea aparentemente simple: todo el universo sale de un solo elemento. A estos pensadores los llamamos monistas, y cada uno tenía su candidato favorito para ser el principio de todo.
Tales de Mileto apostó por el agua - y no era tan descabellado. Piénsalo: el agua puede ser líquida, sólida (hielo) o gas (vapor), y está presente en todos los seres vivos. Para él, el agua era la transformista perfecta del universo.
Anaximandro fue más abstracto y propuso el ápeiron (lo indefinido). Su idea era brillante: si todo sale de algo específico como el agua, ¿qué pasa con el fuego? Mejor que sea algo neutro, indefinido, que pueda convertirse en cualquier cosa. Anaxímenes eligió el aire, que se puede condensar en agua o enrarecer en fuego.
Dato curioso: Estos filósofos eran de Mileto, una próspera ciudad comercial. No es casualidad que los primeros pensadores racionales fueran comerciantes acostumbrados a resolver problemas prácticos.
Los pitagóricos fueron diferentes: eligieron los números como principio. Para ellos, todo era proporción, medida y armonía matemática. El universo era un cosmos ordenado, no un caos.