Los niveles intermedios y la cima del conocimiento
El segundo nivel del mundo sensible se basa en lo que podemos percibir directamente a través de nuestros sentidos. Aquí ya no dependemos tanto de la imaginación, sino que nos apoyamos en lo visible y tangible: los objetos cotidianos, los seres vivos y la naturaleza que nos rodea.
Al superar el mundo sensible, entramos en el mundo inteligible. Su primer nivel está caracterizado por los entes matemáticos, estudiados por los filósofos como paso intermedio hacia la verdad. Las matemáticas representan un conocimiento que va más allá de lo puramente sensible, aunque todavía no es el conocimiento supremo.
El último nivel, la cúspide del mundo inteligible, está constituido por las Ideas. Para Platón, estas son realidades inmateriales, eternas e inmutables, solo accesibles a la inteligencia. Son los modelos perfectos de los que las cosas sensibles son meras copias imperfectas. Las Ideas existen independientemente de los humanos y nuestras opiniones.
El objetivo final de este ascenso es alcanzar la Idea del Bien, el nivel supremo de conocimiento que, según Platón, debía poseer todo buen gobernante. Solo quien comprende la Idea del Bien puede tomar decisiones justas y dirigir adecuadamente a la sociedad.
💡 Cuando Platón habla de la "Idea del Bien" no se refiere simplemente a algo moralmente correcto, sino al principio último que da sentido y propósito a todo lo demás en el universo.