Demócrito: el atomismo y el mecanicismo
Demócrito de Abdera, junto a su maestro Leucipo, desarrolló la teoría atomista, quizás la más influyente de todas las filosofías presocráticas por su asombrosa anticipación de la física moderna.
Frente al dilema entre el ser inmutable de Parménides y el cambio perpetuo de Heráclito, Demócrito propuso una solución brillante: todo está compuesto de átomos y vacío. Los átomos son partículas materiales tan pequeñas que resultan invisibles, eternas, indivisibles y sólidas (como el ser de Parménides). Existen infinitos átomos que difieren en forma y tamaño, y se mueven eternamente en el vacío.
La existencia del vacío elno−ser fue su propuesta más revolucionaria. Mientras Parménides había negado la posibilidad del no-ser, Demócrito afirmó que sin vacío sería imposible el movimiento de los átomos. Esta idea rompía con uno de los tabúes del pensamiento griego: la imposibilidad de la nada.
Todas las cosas, incluso el alma humana (compuesta de átomos más sutiles y ligeros), son agregados temporales de átomos. Las diferencias entre los objetos se deben únicamente a la distinta configuración de los átomos que los componen.
💡 El atomismo de Demócrito introduce el mecanicismo, una visión del universo como un sistema puramente material que funciona según leyes mecánicas, sin intervención de fuerzas divinas o sobrenaturales. Esta idea resurgiría con fuerza en la Revolución Científica del siglo XVII.
Demócrito explicaba el origen del cosmos de manera sorprendentemente moderna: inicialmente, los átomos se movían caóticamente en el espacio infinito; sus colisiones produjeron remolinos que, a su vez, formaron agregados cada vez mayores hasta constituir los mundos. No hay finalidad ni plan divino, solo átomos moviéndose según leyes mecánicas.
Esta visión materialista y mecanicista del universo, aunque criticada por Platón y Aristóteles, sería recuperada por Epicuro y Lucrecio, y más tarde inspiraría a científicos modernos como Galileo, Newton y Dalton. El atomismo científico del siglo XX confirmaría muchas de las intuiciones de Demócrito, aunque revelando que los átomos, lejos de ser indivisibles, contienen partículas aún más fundamentales.