Las Vanguardias: Cuando el arte se volvió rebelde
Entre 1914 y 1939, Europa vivió una auténtica revolución artística. Los movimientos de vanguardia llegaron para romper con todo lo anterior, y cuando decimos todo, es TODO. Era la época de "los ismos": futurismo, dadaísmo, surrealismo...
Estos movimientos compartían características que los hacían únicos. Primero, su carácter rebelde y rompedor: consideraban que todo el arte previo era inservible. Segundo, su antirrealismo: el arte no debía imitar la realidad, sino crear obras completamente autónomas. Tercero, su irracionalismo: propusieron el absurdo como respuesta al exceso de racionalidad de la época.
Todo esto llevó a su vocación minoritaria. Este arte no estaba pensado para el gran público, sino para iniciados que entendieran sus propuestas innovadoras.
Los tres movimientos más importantes fueron el futurismo de Marinetti (exaltación de la velocidad y la técnica), el dadaísmo de Tristan Tzara (reivindicación del absurdo) y el surrealismo de André Breton (liberación del subconsciente).
¡Ojo con esto! Las vanguardias no solo revolucionaron el arte; cambiaron para siempre la relación entre artistas y público.