El último amanecer de Santiago Nasar
El 27 de febrero, Santiago se levanta temprano para recibir al obispo, completamente ajeno a su destino. Había tenido sueños extraños con árboles la noche anterior, pero ni él ni su madre Plácida Linero interpretaron estas visiones oníricas como señales de peligro.
Su madre, conocida por interpretar sueños con precisión, no vio nada malo en esas imágenes. Santiago despertó con resaca de la boda de la noche anterior, sintiéndose normal después de la celebración. A pesar de haber dormido poco y mal, mantuvo un buen humor durante toda la mañana.
Los detalles atmosféricos crean tensión desde el primer párrafo. Mientras algunos recordaban una mañana radiante con brisa marina, otros la describían como fúnebre y lluviosa. Esta ambigüedad en los recuerdos refleja cómo la tragedia distorsiona la percepción del tiempo.
💡 Dato clave: García Márquez usa la técnica de anticipación narrativa desde la primera línea, creando suspense al revelar el final desde el principio.
Santiago se viste con ropa blanca de lino, un atuendo especial para recibir al obispo, alejándose de su vestimenta habitual de trabajo en la hacienda. Irónicamente, deja todas sus armas en casa ese día fatal, siguiendo la prudente costumbre familiar de nunca cargar las pistolas dentro de la vivienda.