Las coplas finales: aceptación y trascendencia
Las últimas coplas representan el momento más emotivo del poema. En la copla XXXVIII, el padre de Manrique acepta serenamente su destino, mostrando una actitud cristiana ejemplar ante la muerte. No hay rebeldía ni lamentaciones, sino una voluntad piadosa que acepta el designio divino.
La copla XXXIX presenta a la muerte como interlocutora directa, recordando la fragilidad humana pero también la posibilidad de redención. Es impresionante cómo Manrique personifica la muerte sin hacerla terrorífica, sino como parte del orden natural.
En la copla XL, la culminación del poema, se produce la entrega del alma. Don Rodrigo muere conservando su entendimiento y virtudes, rodeado de su familia y dejando un legado imperecedero. Su memoria perdurará más allá de la muerte física.
Reflexión importante: Estas coplas finales muestran la muerte como transición, no como final absoluto. El verdadero triunfo está en cómo vivimos y qué legado dejamos.