Nacionalismo y Unificaciones
El nacionalismo del siglo XIX nació del deseo de comunidades con tradiciones compartidas de formar sus propios Estados. Las conquistas napoleónicas despertaron este sentimiento en toda Europa, creando un nacionalismo romántico muy diferente al cosmopolitismo ilustrado.
La unificación italiana (1849-1870) enfrentó grandes obstáculos: la división económica entre norte industrializado y sur rural, la falta de infraestructuras de comunicación, y la resistencia de nacionalismos locales que veían el proceso como una simple "piamontización".
El proceso se desarrolló en tres fases. Primero (1849-1860), Cavour consiguió ayuda francesa para expulsar a Austria del norte, y varios Estados se unieron a Piamonte por referéndum. Segundo (1860-1865), Garibaldi y sus "Mil" liberaron el sur, anexionando el reino de las Dos Sicilias. Tercero (1866-1870), Italia aprovechó las guerras europeas para anexionar Venecia y finalmente Roma, que se convirtió en la capital.
La unificación alemana (1859-1871) fue dirigida por Prusia y su canciller Bismarck. La Zollverein (unión aduanera) había preparado el terreno económico desde 1834. Bismarck usó tres guerras estratégicas: contra Dinamarca (1864) para ganar territorios, contra Austria (1866) para expulsarla de los asuntos alemanes, y contra Francia (1870) para unir a todos los Estados alemanes. En 1871 nació el II Reich con Guillermo I como kaiser.
Importante: Ambas unificaciones cambiaron completamente el equilibrio de poder en Europa, creando dos nuevas potencias que dominarían la política continental.