Carlos I: El Emperador que Nunca Durmió
Imagínate gobernar un imperio tan extenso que era imposible controlarlo todo. Carlos I heredó en 1517 un imperio descomunal: Castilla, Aragón, Navarra, América, los Países Bajos, el Franco Condado y Austria. En 1519 se convirtió también en emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
Su política interna fue un desastre al principio. Llegó sin hablar castellano, con consejeros flamencos que ocuparon los mejores cargos, y se ausentó constantemente para ser emperador. Esto provocó la revuelta de los comuneros (liderada por Padilla, Bravo y Maldonado) y las Germanías en Valencia y Mallorca.
La política exterior fue agotadora: luchó contra Francia por la hegemonía europea, combatió la Reforma luterana (que terminó con la Paz de Augsburgo en 1555), se enfrentó a los turcos otomanos, y supervisó la vuelta al mundo de Magallanes y Elcano (1519-1522).
Para gobernar este imperio creó el sistema polisinodial - gobierno a través de múltiples consejos especializados (Castilla, Aragón, Indias, Italia, Flandes, Inquisición, etc.). Cada consejo tenía un secretario y dos funciones: consultar al rey y resolver asuntos de su competencia.
Dato increíble: De los 256 hombres que salieron con Magallanes, solo 18 regresaron con Elcano, confirmando que la Tierra era redonda pero demostrando que el proyecto comercial de Colón era inviable.