Los Tratados de Utrecht y Rastatt
La guerra terminó con la victoria de Felipe V, pero España tuvo que hacer importantes concesiones territoriales. Los tratados de Utrecht (1713) y Rastatt (1714) redistribuyeron el mapa europeo y marcaron el declive español como gran potencia.
Austria se llevó la mejor parte: recibió el milanesado, Flandes, Nápoles y Cerdeña. Gran Bretaña obtuvo Menorca y Gibraltar, además del control del comercio de esclavos americano, convirtiéndose en la primera potencia marítima mundial.
Para España, estos tratados significaron la pérdida definitiva de sus territorios europeos, aunque conservó sus vastos dominios americanos. Felipe V pudo reinar, pero sobre un imperio considerablemente reducido.
Consecuencia importante: España dejó de ser la potencia hegemónica europea, cediendo ese papel a Francia y Gran Bretaña.