De la calma a la revolución: Mesozoico y Cenozoico
El Mesozoico fue una época de relax geológico total. No se formaron montañas, solo hubo transgresiones y regresiones marinas que crearon rocas más blandas cuando el mar subía y bajaba por los márgenes peninsulares.
Pero todo cambió en el Cenozoico con la brutal orogenia alpina. El choque entre las placas africana y euroasiática no solo creó los Pirineos y los Alpes, sino que partió literalmente el Zócalo Hespérico como si fuera un cristal. De esta rotura nacieron los montes de Toledo, el Sistema Central y las depresiones del Guadalquivir y del Ebro.
Aquí está el truco genial: cuando el zócalo se rompió, se inclinó hacia el oeste. Por eso casi todos nuestros ríos van al Atlántico, excepto el Ebro que ya tenía su propio camino hacia el Mediterráneo.
La era Cuaternaria trajo la calma final, con glaciares y terrazas fluviales que dieron los últimos retoques al paisaje que ves hoy.
Para recordar: La inclinación hacia el oeste del zócalo explica por qué Portugal y el oeste de España tienen tantos ríos importantes.