Entre 1780 y 1850 se produjo, en Gran Bretaña, en parte de Europa y en EEUU, una transformación radical de los sistemas de producción de bienes: la revolución industrial. Las máquinas sustituyeron progresivamente el trabajo manual y los antiguos artesanos dejaron paso a obreros concentrados en grandes fábricas. Además, una nueva fuente de energía, el vapor, se aplicó a las máquinas y a los nuevos medios de transporte como el ferrocarril y el barco. La industrialización dio paso a un nuevo sistema económico, el capitalismo, basado en la propiedad privada y la libre iniciativa. Además propició la aparición de dos nuevas clases sociales: la burguesía y el proletariado.
Causas de la Revolución Industrial
La revolución industrial fue el resultado de un conjunto de cambios económicos y tecnológicos, que se produjeron por primera vez en Gran Bretaña a mediados del siglo XVIII, y que dieron lugar a una profunda transformación de la economía y la sociedad.
La Revolución Demográfica
Desde mediados del siglo XVIII, la población europea inició un proceso de crecimiento que se conoce como revolución demográfica. En un siglo la población creció hasta los 120 millones, siendo mayor en Gran Bretaña. Las causas de este cambio demográfico fueron el incremento de la producción de alimentos y también el progreso de la higiene y de la medicina.
La Revolución Agrícola
El incremento de la población provocó un aumento de la demanda de alimentos y el alza de los precios agrícolas, lo que llevó a los propietarios a aumentar y a mejorar la producción. Todo esto se consiguió gracias a dos grandes transformaciones: la privatización del suelo y la aplicación de nuevas técnicas de cultivo.
La Primera Revolución Industrial (1780-1860)
La industrialización comenzó en Gran Bretaña en el último tercio del siglo XVIII. En la primera fase de la industrialización destacaron dos sectores: la industria textil y la siderurgia.
Del Taller Artesanal a la Fábrica
Hasta el siglo XVIII, las manufacturas se elaboraban en pequeños talleres artesanales, dispersos por todo el territorio. Los artesanos realizaban su trabajo de forma manual, no usaban máquinas, sólo algunas herramientas, y las jornadas laborales no estaban sometidas a un horario fijo. A finales del siglo XVIII los talleres comenzaron a ser sustituidos por fábricas, establecimientos en los que los obreros usaban máquinas para trabajar.
En 1769, James Watt inventó la primera máquina de vapor, que se convirtió en el símbolo de la revolución industrial. En las fábricas, a diferencia del sistema artesanal, tuvo lugar la división del trabajo. Cada obrero realizaba una pequeña parte de la cadena de producción, y al mismo tiempo aumentaba la productividad, puesto que es capaz de elaborar un gran número de piezas.
Como resultado de la mecanización del campo y de la concentración de propiedades, se produjo un sobrante de mano de obra y por lo tanto el éxodo de la población del campo a la ciudad.
Los nuevos cambios estuvieron motivados por la difusión del liberalismo económico, ideología que defendía que el motor del crecimiento económico era la iniciativa privada. Las personas debían ser libres para crear su propia empresa, con el objetivo de lograr grandes beneficios. Así se consolidó una nueva forma de pensar, más abierta a la inversión, la innovación, el riesgo empresarial y la búsqueda del beneficio.