La Evolución del Imperio Bizantino
El Imperio Bizantino no surgió de la nada, sino que fue la continuación natural del antiguo Imperio Romano. Lo que lo hacía tan especial era su estructura política súper organizada que le permitió mantenerse en pie durante más de mil años.
Todo el imperio funcionaba bajo las mismas reglas gracias al Código de Justiniano, que unificaba las leyes en todos los territorios. En la cúspide estaba el Basileus o emperador, que no solo dirigía el ejército y la administración, sino que también era el jefe religioso. ¡Imagínate tener tanto poder!
El emperador contaba con una red de funcionarios súper preparados intelectualmente, un cuerpo diplomático que negociaba con otros pueblos, y un ejército poderoso que defendía las fronteras. Esta organización tan eficiente fue clave para su supervivencia.
El reinado de Justiniano (527-565) marcó la época dorada del imperio. Junto a su esposa Teodora, logró reconstruir gran parte del antiguo Imperio Romano derrotando a vándalos, ostrogodos y visigodos.
¡Dato curioso! Durante el reinado de Justiniano, las monedas de oro bizantinas se convirtieron en el medio de pago más importante de toda Europa.
La prosperidad económica se reflejaba en el embellecimiento de Constantinopla y el floreciente comercio mediterráneo. Sin embargo, tras la muerte de Justiniano, el imperio comenzó su lento pero inevitable declive. Las amenazas externas como los lombardos, musulmanes y finalmente los turcos fueron conquistando territorios hasta que en 1453, Constantinopla cayó y el Imperio Bizantino desapareció para siempre.