El absolutismo borbónico en España
La muerte sin hijos de Carlos II desató la Guerra de Sucesión Española (1701-1711) entre Felipe de Anjou (Borbones) y el archiduque Carlos (Austrias). Europa temía que Francia se volviera demasiado poderosa, así que se alió contra Felipe V.
El Tratado de Utrecht (1713) reconoció a Felipe V como primer rey Borbón español, pero España pagó un precio alto: perdió Italia, Flandes, Gibraltar y Menorca, además de conceder ventajas comerciales a Reino Unido en América.
Los Borbones implantaron el absolutismo francés en España. Promulgaron los Decretos de Nueva Planta que eliminaron las instituciones aragonesas como castigo por oponerse a Felipe V. Carlos III representó perfectamente el despotismo ilustrado hasta el motín de Esquilache (1766), después del cual aplicó reformas con ministros españoles: desarrollo agrícola, limitación de la Inquisición, expulsión de jesuitas y fomento educativo.
Carlos IV frenó las reformas tras la Revolución Francesa, intensificó la censura y firmó el tratado de San Ildefonso reanudando la alianza con Francia. Esto llevó a la desastrosa batalla de Trafalgar (1805), donde la armada española fue destruida.
Para recordar: La evolución Borbónica marca el paso del modelo austriaco al francés, culminando con la crisis que llevará a la Guerra de Independencia.