La Edad Media fue una época de importantes transformaciones económicas y sociales en Europa.
El desarrollo agrícola en la Edad Media marcó un punto de inflexión fundamental para la sociedad medieval. La introducción de nuevas técnicas de cultivo, como el arado pesado y el sistema de rotación trienal, permitió aumentar significativamente la producción de alimentos. Los campesinos comenzaron a utilizar herramientas más eficientes y aprendieron a aprovechar mejor la fuerza animal para las tareas agrícolas. Esto llevó a un excedente de producción que permitió alimentar a una población creciente.
El crecimiento urbano y comercio en el siglo XII fue consecuencia directa de estos avances agrícolas. Las ciudades medievales experimentaron un renacimiento, convirtiéndose en centros de artesanía y comercio. Los mercaderes viajaban por toda Europa intercambiando productos, lo que dio origen a importantes rutas comerciales. Las ferias medievales se convirtieron en eventos fundamentales donde se realizaban transacciones comerciales y se intercambiaban conocimientos. El impacto de Al-Ándalus en la agricultura medieval fue especialmente significativo en la península ibérica, donde los musulmanes introdujeron nuevos cultivos como el arroz, la caña de azúcar y diversos tipos de frutas. También aportaron sistemas de irrigación más avanzados y técnicas agrícolas innovadoras que mejoraron notablemente la productividad de las tierras.
La combinación de estos factores transformó la sociedad medieval. El desarrollo de la agricultura permitió que más personas se dedicaran a oficios especializados en las ciudades, como artesanos, comerciantes y profesionales diversos. Surgió una nueva clase social urbana, la burguesía, que fue ganando poder económico y político. Las ciudades se convirtieron en centros de conocimiento, con la fundación de las primeras universidades y el florecimiento de las artes y la cultura. Este período sentó las bases para el posterior desarrollo económico y social de Europa.