El escepticismo en la práctica
Vale, dudar está bien, pero llevado al extremo puede ser un problema. No puedes pasarte el día dudando si tu desayuno existe realmente o si vives en una simulación. Para las acciones cotidianas necesitas ciertas creencias básicas, aunque no estés 100% seguro de ellas.
El trilema de Agripa explica por qué es tan difícil justificar nuestros conocimientos: o caemos en un regreso infinito (siempre necesitas más pruebas), o nuestras razones no justifican realmente nada, o acabamos en un círculo vicioso donde nos justificamos a nosotros mismos.
Pero aquí está lo genial: suspender el juicio no solo te da tranquilidad, sino que es el primer paso del pensamiento crítico. Te ayuda a no saltar a conclusiones precipitadas y a estar abierto a cambiar de opinión.
A lo largo de la historia, muchos filósofos famosos retomaron ideas escépticas. Descartes usó la duda para llegar a su famoso "pienso, luego existo", mientras que Hume concluyó que "la razón es esclava de las pasiones". Kant, por su parte, decidió que nunca conocemos las cosas tal como son, sino solo como las percibimos.
⚡ Para recordar: El escepticismo no se trata de ser negativo, sino de mantener la mente abierta y cuestionar lo que damos por sentado.