El ser humano, la moral y la sociedad según Agustín
Tu alma es como un reflejo de la Trinidad divina: tienes memoria (que conecta con Dios Padre), entendimiento (que busca la verdad como Dios Hijo) y voluntad (que desea la felicidad como el Espíritu Santo). Bastante profundo, ¿verdad?
Agustín distingue entre libre albedrío (poder elegir) y libertad (elegir correctamente). El pecado original nos limita, pero la gracia divina nos ayuda a tomar buenas decisiones. El mal no lo crea Dios - surge cuando nos alejamos del bien supremo.
Su obra "La Ciudad de Dios" presenta dos ciudades entrelazadas: la Ciudad Celestial (quienes aman a Dios, representada por Abel) y la Ciudad Terrena (quienes se aman a sí mismos, representada por Caín). Esta división explica todos los conflictos humanos.
Políticamente, defiende que la Iglesia debe estar por encima del Estado, estableciendo las bases del poder papal medieval. La paz perfecta solo existe en la ciudad celestial - en la Tierra solo podemos aspirar a una paz imperfecta.
Dato clave: Agustín escribió "La Ciudad de Dios" para defender el cristianismo tras la caída del Imperio Romano, demostrando que los valores cristianos trascienden cualquier civilización.