Antropología: Libertad y el Problema del Mal
San Agustín tiene una visión dualista del ser humano:
- Cuerpo: Es la parte mortal, cambiante y material. Constituye la fuente de los pecados, que nos conduce a excesos y perdición.
- Alma: Es la parte inmortal, eterna e inmaterial, la parte espiritual que nos pone en contacto con Dios. El alma también necesita ser alimentada.
Al elegir el bien decidimos nosotros, pero con la ayuda de la gracia divina. Al elegir el mal, en cambio, la culpa es nuestra.
Dualismo Antropológico: La visión dualista de San Agustín sobre el ser humano (cuerpo y alma) tiene profundas implicaciones éticas. El cuerpo no es inherentemente malo, pero necesita ser guiado por el alma que busca a Dios. Este equilibrio entre lo material y lo espiritual define nuestra condición humana.
El "libre albedrío" y la "libertad" son conceptos diferentes: la libertad consiste en seguir el camino correcto, amar a Dios y elegir su camino, cumpliendo sus mandamientos respetando la Biblia y las verdades eternas.
Dado que Dios es perfecto y justo, el mal no es algo con existencia propia, sino la ausencia de Dios, la desobediencia hacia Él tomando el camino equivocado.
La principal preocupación de San Agustín está en los males morales, ya que al ser consecuencia de nuestro comportamiento, pueden ser corregidos. Otros males, los llamados males físicos (terremotos o enfermedades), no dependen de nosotros sino de la naturaleza.
Filosofía de la Historia: Las Dos Ciudades o Reinos
San Agustín tiene una visión lineal de la historia humana: tuvo un principio y tendrá un final.
El principio está en el momento de la creación divina, en el surgimiento de Adán y Eva. Ellos vivían en el paraíso (el Edén), pero la humanidad cayó en desgracia desde el principio, cuando Eva comió la manzana (el pecado original).
La época de San Agustín fue muy crítica, ya que pasaron del paganismo al cristianismo en muy poco tiempo. Según él, la historia no va bien, seguimos equivocados.
San Agustín afirma que existen dos ciudades o reinos.