Las biomoléculas orgánicas e inorgánicas son los componentes fundamentales de todos los seres vivos, cada una con funciones específicas y esenciales para la vida.
Las biomoléculas inorgánicas como el agua y las sales minerales son compuestos simples que no contienen carbono como elemento principal. El agua representa aproximadamente el 65-90% del peso de los organismos vivos y es esencial para procesos como el transporte de nutrientes, la regulación de la temperatura y las reacciones químicas celulares. Las sales minerales, por su parte, son fundamentales para mantener el equilibrio osmótico y participar en procesos metabólicos vitales.
Las biomoléculas orgánicas son moléculas más complejas que contienen carbono como elemento principal, junto con hidrógeno, oxígeno y nitrógeno. Entre los principales tipos encontramos los carbohidratos, lípidos, proteínas y ácidos nucleicos. Los bioelementos primarios (C, H, O, N, P, S) constituyen el 96% de la materia viva, mientras que los bioelementos secundarios (Na, K, Ca, Mg, Cl) y oligoelementos (Fe, I, Cu, Mn, Zn) están presentes en menor proporción pero son igualmente importantes. Las características de los compuestos orgánicos incluyen su complejidad estructural, capacidad de formar enlaces covalentes y su participación en reacciones metabólicas específicas. La principal diferencia entre biomoléculas orgánicas e inorgánicas radica en su composición química, estructura y funciones dentro de los organismos vivos. Mientras las orgánicas son responsables de funciones metabólicas complejas, las inorgánicas proporcionan el medio y las condiciones necesarias para que estas funciones se lleven a cabo.