La taxonomía de los seres vivos y clasificación es un sistema fundamental que nos ayuda a organizar y entender la diversidad de la vida en nuestro planeta. Este sistema agrupa a los organismos según sus características compartidas, desde los más simples hasta los más complejos, permitiendo establecer relaciones evolutivas entre ellos.
La nomenclatura binomial en taxonomía, desarrollada por Carl Linnaeus, proporciona un método estandarizado para nombrar científicamente a todas las especies. Cada organismo recibe un nombre compuesto por dos palabras en latín: la primera indica el género y comienza con mayúscula, mientras que la segunda señala la especie específica y se escribe en minúscula. Por ejemplo, Homo sapiens para los humanos o Canis lupus para el lobo. Este sistema es universal y evita confusiones causadas por los nombres comunes que varían según el idioma y la región.
Las diferencias entre reinos y dominios biológicos representan los niveles más altos de clasificación de los seres vivos. Los dominios (Bacteria, Archaea y Eukarya) agrupan a los organismos según sus características celulares fundamentales, mientras que los reinos (como Animalia, Plantae, Fungi, Protista y Monera) los clasifican según su forma de nutrición, estructura celular y organización. Esta organización jerárquica continúa con categorías más específicas como filo, clase, orden, familia, género y especie, permitiendo una clasificación cada vez más precisa de cada organismo. Es importante entender que esta clasificación está en constante evolución gracias a los avances en genética y biología molecular, que nos permiten descubrir nuevas relaciones entre los seres vivos y ajustar su clasificación según evidencia científica actualizada.