La Guerra de Sucesión española fue un conflicto internacional que se desarrolló entre 1701 y 1713, originado por la muerte sin herederos de Carlos II, último rey de la Casa de Austria en España. Esta guerra enfrentó a dos bandos principales: los partidarios de Felipe de Borbón (futuro Felipe V) y los defensores del archiduque Carlos de Austria, dividiendo tanto a España como a las potencias europeas.
El conflicto concluyó con la victoria del bando borbónico y la firma del Tratado de Utrecht en 1713, que reconoció a Felipe V como rey de España, estableciendo así el inicio de la dinastía de los Borbones en España. Este tratado tuvo importantes consecuencias: España perdió sus posesiones europeas (Gibraltar, Menorca, Flandes, Milán, Nápoles y Sicilia), pero mantuvo sus territorios americanos. A nivel interno, Felipe V implementó los Decretos de Nueva Planta, que supusieron la abolición de los fueros y privilegios de los reinos de la Corona de Aragón, iniciando un proceso de centralización administrativa siguiendo el modelo francés.
La llegada de los Borbones a España marcó el comienzo de una nueva era en la historia española, caracterizada por reformas administrativas, económicas y culturales inspiradas en el modelo francés. El primer rey Borbón en España, Felipe V, estableció cambios fundamentales como la Ley Sálica, que limitaba la sucesión al trono a los varones, y modernizó la administración del Estado. Desde entonces, la Casa de Borbón ha reinado en España de manera casi ininterrumpida, con excepción de los períodos republicanos y el régimen franquista, siendo la actual dinastía reinante con Felipe VI como monarca.