El mester de juglaría y el Poema de Mío Cid
¿Te imaginas recorrer pueblos contando historias épicas acompañado de música y malabarismos? Eso hacían los juglares, artistas ambulantes que difundían los cantares de gesta por toda la Península. El mester de juglaría era literalmente su "oficio": entretener al pueblo analfabeto con las hazañas de héroes medievales.
Estos poemas épicos utilizaban la tirada épica: versos irregulares de entre 14 y 16 sílabas con rima asonante. Los juglares necesitaban fórmulas juglarescas y epítetos épicos para rellenar versos y ayudar a memorizar las historias. Su objetivo era claro: exaltar la figura del héroe durante la Reconquista y, por supuesto, entretener al público.
El Poema de Mío Cid es la joya de este género. Compuesto a finales del siglo XII, narra las aventuras de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. Con 3730 versos divididos en tres cantares (Destierro, Bodas y Afrenta de Corpes), cuenta cómo el héroe recupera gradualmente su honra perdida.
El Cid representa los valores medievales perfectos: valiente, leal a su señor, tierno con su familia y profundamente religioso. Aunque es anónimo, su autor demostró un dominio impresionante del lenguaje épico, utilizando diálogos directos, exclamaciones y llamadas de atención al público que hacían vibrar a los oyentes.
¡Recuerda! El Poema de Mío Cid no es solo literatura, es un retrato vivísimo de cómo era la sociedad medieval española.