Método del comentario de texto

Para hacer un comentario de texto que impresione a tu profesor, necesitas seguir cuatro pasos esenciales que siempre van en el mismo orden.

Primero viene la localización: aquí identificas el autor, la época, el género literario y si es un fragmento de una obra mayor. Es como presentar a los protagonistas antes de empezar una película.

Después haces el contenido: un resumen súper breve de qué va el texto (excepto si es lírico, que ahí no hace falta). No te enrolles mucho, solo lo básico.

La estructura es el tercer paso. Si está en verso, comentas la métrica y la rima. Si es en prosa, lo relacionas con su subgénero, como si fuera una novela.

Consejo clave: El orden de estos pasos nunca cambia. Memorizarlo te dará seguridad en el examen.

Por último, el estilo y análisis es donde demuestras tu nivel. Aquí comentas si el lenguaje es medieval o moderno, culto o coloquial, y analizas los recursos retóricos sin limitarte a hacer una lista aburrida.

Las jarchas: los primeros poemas en romance

Las jarchas son como los abuelos de la poesía española. Nacieron entre los siglos XI y XIV y son los primeros textos líricos escritos en mozárabe, una mezcla de árabe y romance que hablaban los cristianos bajo dominio musulmán.

Estas composiciones siempre siguen el mismo patrón: una mujer se queja por la ausencia de su amado. Se lo cuenta a su madre, hermanas o amigas, como si fuera un WhatsApp de la Edad Media pero en verso.

Lo más curioso es que las jarchas formaban parte de poemas más largos llamados moaxajas, escritos en árabe o hebreo. Era como poner una canción en español al final de un poema en otro idioma.

Dato interesante: Las jarchas son anónimas y de tradición oral, por eso su métrica es irregular y su estilo súper sencillo.

Su temática es exclusivamente amorosa, sin referencias religiosas. La naturaleza no aparece, a diferencia de otras manifestaciones líricas medievales. Utilizan recursos como repeticiones, paralelismos y apóstrofes que las hacen muy emotivas.

Cantigas de amigo: poesía con ritmo perfecto

Las cantigas de amigo son la evolución sofisticada de las jarchas. Se escribieron desde finales del siglo XII hasta el XVI en galaicoportugués, y comparten el tema de la queja amorosa femenina.

La gran diferencia está en su estructura: tienen una métrica regular y precisa, con tendencia al isosilabismo y rima consonante. Además, utilizan el paralelismo como recurso principal, creando un efecto de inmovilidad muy lírico.

A diferencia de las jarchas, las cantigas sí incluyen referencias a la naturaleza. La protagonista se confía no solo a familiares y amigas, sino también al paisaje natural.

Truco para el examen: Ambos géneros tratan la queja amorosa femenina, pero las cantigas tienen métrica regular y aparece la naturaleza.

La lírica popular medieval se caracteriza por poemas breves, vocabulario sencillo, métrica de arte menor y abundantes recursos de repetición como anáforas y estribillos. También incluye muchas exclamaciones e interrogaciones retóricas.

Cantares de gesta: héroes medievales en verso

Los cantares de gesta son los primeros cómics medievales, pero en verso. Relatan las hazañas de héroes épicos y tenían carácter informativo, como las noticias de la época.

Su métrica es característica: versos largos de 10 a 20 sílabas divididos en dos hemistiquios de 6 a 8 sílabas cada uno. Los juglares los recitaban en plazas y castillos para entretener al público.

El Cantar de Mío Cid es el más famoso. Cuenta cómo el Cid recupera su honor tras ser desterrado injustamente. Se divide en tres cantares: el destierro, las bodas de sus hijas y la afrenta de Corpes.

Dato clave: La métrica está organizada en tiradas (grupos de versos con la misma rima asonante) que representan episodios diferentes.

El estilo incluye arcaísmos, epítetos épicos (como "el que en buena hora nació"), repeticiones y expresiones pleonásticas como "llorar de ojos". Todo esto facilitaba la memorización y transmisión oral.

Coplas de Jorge Manrique: elegancia ante la muerte

Las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique son la obra cumbre de la elegía española del siglo XV. Es un poema que combina la reflexión filosófica sobre la muerte con el elogio personal del difunto.

La estructura es perfecta: 40 coplas divididas en tres partes. Primero, reflexiones generales sobre la fugacidad de la vida. Segundo, ejemplos de personajes históricos que murieron. Tercero, elogio específico de su padre y el diálogo con la Muerte.

La métrica es tan característica que se llama "copla manriqueña": 12 versos agrupados en dos sextillas con el esquema 8a, 8b, 4c, 8a, 8b, 4c, 8d, 8e, 4f, 8d, 8e, 4f.

Curiosidad: Que un noble y no un clérigo escribiera sobre la muerte muestra la transición de la Edad Media al Renacimiento.

El estilo combina el lenguaje latinizante con la naturalidad expresiva. Utiliza recursos como paralelismos, anáforas, personificaciones (la Muerte como personaje) y metáforas elegantes como "poner la vida al tablero".

Análisis práctico: la copla XXIII

La copla XXIII ejemplifica perfectamente el método de análisis. Pertenece al tercer grupo, donde la Muerte personificada visita al padre del poeta en su casa tras una vida dedicada a la religión.

Esta copla muestra el teocentrismo medieval que persiste en el XV, con la presencia constante de ideales religiosos y caballerescos. El padre aparece como modelo de caballero cristiano.

La métrica manriqueña se mantiene perfecta: dos sextillas con rima consonante que crean un ritmo solemne y ceremonioso. La modalidad textual es narrativa, contando la llegada de la Muerte.

Análisis estilístico: Los nueve primeros versos repiten el paralelismo anafórico "después de..." creando un efecto acumulativo muy efectivo.

El estilo destaca por la personificación de la Muerte y dos metáforas clave: "poner su vida al tablero" (arriesgar la vida heroicamente) y "el rey verdadero" (referencia a Dios). Estos recursos elevan el tono del poema y le dan profundidad simbólica.