Una Sociedad Urbana y Próspera
Al-Andalus revolucionó la economía peninsular con su carácter urbano, mercantil y monetario. Frente a la Europa rural de la época, aquí florecieron ciudades como Córdoba, Sevilla y Toledo, que eran verdaderos centros comerciales con moneda fuerte (dinar de oro y dirham de plata).
Las ciudades tenían un diseño característico: la medina amurallada en el centro con la mezquita mayor, el zoco (mercado) y la alcazaba palacio−fortaleza. Los arrabales se extendían por las afueras, incluyendo las juderías donde vivían las comunidades judías.
La estructura social reflejaba las divisiones religiosas y económicas. Los árabes, aunque eran minoría, controlaban los latifundios más fértiles. El resto de la población incluía bereberes pastores, muladíes (hispanovisigodos convertidos al islam) que eran mayoría, y dimmíes (cristianos mozárabes y judíos) que pagaban impuestos especiales pero podían practicar su religión.
Los esclavos —turcos, africanos y eslavos— trabajaban en todo tipo de actividades, desde la agricultura hasta la guardia personal del califa. Esta diversidad social, aunque conflictiva, creó una de las sociedades más ricas culturalmente de la Europa medieval.
Dato importante: Los muladíes fueron el grupo más numeroso y protagonizaron revueltas reclamando igualdad con los árabes, lo que muestra las tensiones internas de Al-Andalus.