Napoleón Bonaparte: Del Consulado al Imperio
El ascenso de Napoleón Bonaparte en 1799 marcó el fin definitivo de la Revolución Francesa. Como cónsul vitalicio primero y emperador después, Napoleón concentró el poder pero mantuvo muchos logros revolucionarios.
Las reformas napoleónicas fueron fundamentales: creó un aparato policial eficaz, reformó la administración y la educación, y promulgó el Código Civil que garantizaba la igualdad ante la ley. También firmó un concordado con la Santa Sede y estableció una nobleza por méritos propios.
Su ejército multinacional le permitió expandir las ideas francesas por toda Europa mediante sus campañas militares. Sin embargo, su derrota en Waterloo en 1815 puso fin a su imperio.
Tras la caída de Napoleón se estableció el sistema de la Restauración con el Congreso de Viena, donde las potencias europeas intentaron volver al Antiguo Régimen y crear un nuevo orden internacional.
💡 Curiosidad: Los sans-culottes (literalmente "sin calzones") fueron los militantes de las clases bajas que protagonizaron los momentos más intensos de la revolución.