La Crisis del Antiguo Régimen: Cuando España se Desmorona

Todo se va al garete cuando Carlos IV llega al trono en 1788. Al principio quiere seguir las reformas de su padre Carlos III, pero la Revolución Francesa lo cambia todo. De repente, las clases dirigentes españolas entran en pánico ante las ideas revolucionarias francesas.

La cosa se complica cuando ejecutan a Luis XVI en 1793. España acaba luchando contra Francia, pero después de la Paz de Basilea (1795), vuelven a ser aliados contra Inglaterra. El problema es que ahora España está totalmente sometida a las decisiones de Napoleón.

Manuel Godoy, el valido de Carlos IV, mete a España en todos los conflictos napoleónicos. Primero perdemos la flota en Trafalgar (1805), luego firmamos el Tratado de Fontainebleau (1807) para invadir Portugal juntos. Pero Napoleón nos engaña y empieza a ocupar ciudades españolas.

¡Ojo! La crisis no es solo política. Las malas cosechas, epidemias y guerras arruinan la economía. El Estado sube los impuestos y hasta expropia tierras de la Iglesia (desamortización de Godoy, 1798).

La Guerra de la Independencia: El Pueblo se Rebela

El Motín de Aranjuez (1808) acaba con Carlos IV, que abdica en favor de Fernando VII. Pero Napoleón aprovecha el caos para llamar a padre e hijo a Bayona y obligarlos a abdicar en favor de su hermano José I Bonaparte.

El 2 de mayo de 1808 explota Madrid. El pueblo se alza contra los franceses, pero la represión es brutal: al menos 200 madrileños ejecutados. Goya inmortalizará esta tragedia en sus famosos cuadros "La carga de los mamelucos" y "Los fusilamientos del 3 de mayo".

La guerra dura seis años (1808-1814) y tiene tres etapas claras. Primero, los españoles consiguen victorias sorprendentes como Bailén (1808). Después, Napoleón contraataca con 150.000 soldados y domina casi toda España. Finalmente, cuando Napoleón se va a Rusia, Wellington y las tropas anglo-españolas expulsan a los franceses.

Dato clave: España se divide entre afrancesados (que apoyan a José I y sus reformas) y patriotas (que luchan por Fernando VII y forman juntas de resistencia).

Las Cortes de Cádiz: Nace el Liberalismo Español

Mientras los franceses ocupan casi toda España, los patriotas se refugian en Cádiz y crean las Cortes en 1810. Es una mezcla curiosa: nobles, clérigos y burgueses que, sorprendentemente, tienen mayoría liberal.

Estos diputados representan tres corrientes muy diferentes. Los liberales quieren una monarquía parlamentaria moderna. Los ilustrados prefieren reformas moderadas sin cambiar mucho el sistema. Los absolutistas solo quieren recuperar el Antiguo Régimen tal como estaba.

Contra todo pronóstico, ganan los liberales y el 19 de marzo de 1812 aprueban la Constitución de Cádiz. Es revolucionaria para la época: soberanía nacional, división de poderes, derechos fundamentales y monarquía constitucional.

Importante: La Constitución convierte a los súbditos en ciudadanos por primera vez en España, aunque el sufragio sigue siendo muy limitado (solo hombres con propiedades).

Los Cambios Revolucionarios: Adiós al Antiguo Régimen

La Constitución de 1812 no se anda con tonterías. Establece que la nación española no es propiedad de ninguna familia real, sino que el poder viene del pueblo. Es un cambio brutal respecto al Antiguo Régimen.

Fernando VII sigue siendo rey, pero ahora sus poderes están limitados. Aparece la división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) y los ciudadanos tienen derechos fundamentales como la libertad de expresión y la inviolabilidad del domicilio.

Las reformas económicas son igual de radicales: se abolen los señoríos feudales, los gremios y las aduanas interiores. También desaparece el Tribunal de la Inquisición y, por primera vez, todos tienen que pagar impuestos, incluidos nobles y clérigos.

Realidad dura: La Constitución queda muy bonita sobre el papel, pero es casi imposible aplicarla durante la guerra. Además, la sociedad española no está preparada para tanto cambio.

El Final: Victoria Agridulce

Cuando Fernando VII vuelve al trono en 1814, no duda ni un segundo: deroga la Constitución y suspende todas las reformas. La sociedad española, especialmente nobles y clérigos, suspira aliviada al recuperar sus privilegios.

Pero el daño ya está hecho. La Constitución de 1812 marca el inicio del liberalismo en España y será un referente durante todo el siglo XIX. Cada vez que haya una revolución liberal, volverán a sacarla del cajón.

Su influencia va mucho más allá de España. Inspira movimientos liberales en Italia y Portugal, y sienta las bases de la independencia de las colonias americanas. Los criollos americanos ven que es posible cambiar el sistema político.

Legado duradero: Aunque Fernando VII crea que ha vuelto todo a la normalidad, las ideas liberales ya están sembradas. El Antiguo Régimen tiene los días contados en España.

La guerra ha sido devastadora: cientos de miles de muertos, economía arruinada y un país dividido entre liberales y absolutistas. Esta división marcará la historia española durante décadas.