Monarquías Absolutas y Despotismo Ilustrado
Los reyes del absolutismo monárquico concentraron un poder impresionante gracias a sus ejércitos profesionales y sistemas de impuestos eficaces. Podían hacer leyes, impartir justicia y gobernar sin límites aparentes, aunque en realidad la iglesia y la nobleza seguían teniendo gran influencia.
Sin embargo, algunos monarcas inteligentes adoptaron el despotismo ilustrado para modernizar sus países sin perder el control. Carlos III de España es un ejemplo perfecto: rodeó su corte de ministros reformistas que impulsaron la economía, construyeron infraestructuras y promovieron la ciencia.
Estos "déspotas ilustrados" seguían la máxima "Todo para el pueblo pero sin el pueblo". Querían mejorar las condiciones de vida, pero sin dar poder político real a los ciudadanos. Era una forma astuta de mantener el absolutismo adaptándose a los nuevos tiempos.
Recuerda: El despotismo ilustrado fue un intento de reformar el sistema desde arriba, sin cambiar realmente las estructuras de poder.
La Guerra de Sucesión Española (1701-1714) ejemplifica perfectamente estos conflictos de poder. Felipe V ganó el trono español, pero España perdió sus posesiones europeas, mientras Gran Bretaña se hizo más poderosa.