El matrimonio que cambió la historia
¿Te imaginas que un matrimonio secreto pudiera crear una nueva España? Eso es exactamente lo que pasó cuando Isabel de Castilla y Fernando de Aragón se casaron en 1469. Pero no fue nada fácil llegar hasta ahí.
Todo empezó cuando Enrique IV reconoció a su hermana Isabel como heredera en el tratado de Toros de Guisando (1468). El problema llegó cuando Isabel se casó casi en secreto con Fernando, lo que enfureció tanto a Enrique que cambió de opinión y nombró heredera a su hija Juana "la Beltraneja". Esto desató una guerra civil que duró hasta 1479.
La cosa se puso seria en la batalla de Toro (1476), donde Isabel demostró que tenía el apoyo necesario. Finalmente, con la paz de Alcaçovas, todos reconocieron a Isabel como la legítima reina de Castilla. Cuando Fernando heredó Aragón en 1479, ya tenían el poder para construir los cimientos de la futura España.
Dato clave: Fue una unión dinástica, no un estado unificado. Cada reino mantuvo sus propias leyes, moneda y Cortes.
Dos reinos, un objetivo: el poder absoluto
Los Reyes Católicos tenían un plan muy claro: transformar una monarquía feudal en una monarquía autoritaria moderna. Para conseguirlo, necesitaban quitarle poder a la nobleza, que durante siglos había mandado tanto como los reyes.
Su estrategia fue brillante. Primero, apartaron a los nobles de los cargos importantes y los sustituyeron por letrados universitarios más leales. En las Cortes de Toledo de 1480 recuperaron más de la mitad de las tierras que la nobleza había usurpado. También se hicieron con el control de las Órdenes Militares nombrando al rey como gran maestre.
Crearon nuevas instituciones para controlar mejor el territorio: corregidores en las ciudades, la Santa Hermandad para mantener el orden, y múltiples Consejos especializados. Incluso conseguían elegir a los cargos eclesiásticos más importantes a través del derecho de presentación.