Arquitectura Griega: Fundamentos y Estructuras
La arquitectura griega, heredera de las tradiciones cretense y micénica, se expandió desde el Egeo por todo el Mediterráneo. Su esencia reside en el uso del mármol blanco como material principal, aunque originalmente las estructuras estaban policromadas, algo que muchos desconocen.
El sistema constructivo griego se basaba en el arquitrabado o adintelado, donde elementos verticales (columnas) sostenían elementos horizontales. Los griegos buscaban obsesivamente la proporción ideal entre las partes y la armonía visual, llegando incluso a implementar correcciones ópticas para compensar las distorsiones naturales de la vista humana.
Se desarrollaron tres órdenes arquitectónicos principales: el dórico (sobrio y robusto), el jónico (esbelto y ornamental) y el corintio (variante elaborada del jónico). Cada uno presenta características distintivas en sus elementos, especialmente en los capiteles y frisos.
💡 ¿Lo sabías? Los templos griegos que hoy vemos blancos estaban originalmente pintados con colores vivos. La policromía se perdió con el tiempo, creando la falsa impresión de que la arquitectura griega era monocromática.
El templo griego representa la culminación del genio arquitectónico heleno. Ejemplos emblemáticos como el Partenón, el templo de Atenea Niké y el Erecteión en la Acrópolis de Atenas muestran diversas tipologías según su planta (rectangular o circular) y disposición de columnas (in antis, próstilo, anfipróstilo, periptero o díptero). Estas estructuras sagradas solían ubicarse en las acrópolis, posiciones elevadas que dominaban las ciudades.
Además de templos, los griegos construyeron magníficos teatros (como el de Epidauro, famoso por su acústica) y desarrollaron el plano hipodámico, un sistema de urbanismo basado en calles perpendiculares que revolucionó la organización de las polis.