Los paisajes naturales de la región eurosiberiana en España se caracterizan por su abundante vegetación y clima húmedo. Esta región, ubicada principalmente en la zona norte peninsular, presenta bosques caducifolios como hayedos y robledales, que pierden sus hojas en otoño como adaptación al frío invernal. La elevada precipitación durante todo el año y las temperaturas suaves permiten el desarrollo de una vegetación exuberante y variada.
Las adaptaciones de árboles mediterráneos a la sequía son fundamentales para su supervivencia en climas con veranos secos y calurosos. Estos árboles han desarrollado características específicas como hojas pequeñas y coriáceas para reducir la pérdida de agua, sistemas radiculares profundos para alcanzar la humedad del subsuelo, y cortezas gruesas para protegerse del calor extremo. Especies como la encina, el alcornoque y el pino carrasco son ejemplos perfectos de estas adaptaciones, que les permiten prosperar en condiciones donde otros árboles no podrían sobrevivir.
La influencia del relieve en la oceanidad y continentalidad del clima es un factor determinante en la distribución de la vegetación española. Las cordilleras montañosas actúan como barreras naturales que condicionan la distribución de las precipitaciones y las temperaturas. En las zonas costeras, la influencia oceánica suaviza las temperaturas y aporta humedad, mientras que en el interior, el efecto de la continentalidad produce mayores contrastes térmicos entre el día y la noche, así como entre el verano y el invierno. Esta variación climática determina qué tipos de vegetación pueden desarrollarse en cada zona, creando un mosaico de ecosistemas diversos a lo largo del territorio español.