La Creación de Nuevas Naciones
El Congreso de Viena había reorganizado Europa sin tener en cuenta los sentimientos nacionales, lo que generó un montón de tensiones. Grecia fue pionera: se rebeló contra el Imperio Turco en 1821 y, con ayuda de Francia e Inglaterra, logró su independencia en 1829.
Bélgica se independizó de Holanda en 1830, mientras que las colonias españolas en América también se liberaron entre 1808 y 1826. El nacionalismo se extendía por todo el mundo.
Italia: De Ocho Estados a Una Sola Nación
Italia era un rompecabezas de ocho Estados diferentes, con Austria controlando el norte. Solo el Piamonte apostaba por la unificación. Cavour, el político más hábil del momento, inició la guerra contra Austria en 1859 y anexionó Lombardía.
Mientras tanto, Garibaldi conquistó el sur con sus famosos "camisas rojas". En 1861, Víctor Manuel II se convirtió en rey de Italia, y en 1870 Roma se unió como capital. ¡Por fin Italia era una sola nación!
Alemania: Bismarck y la Unificación a Golpes
Alemania estaba dividida en 39 Estados, con Prusia y Austria compitiendo por el liderazgo. Otto von Bismarck, el "Canciller de Hierro", decidió unificar Alemania... a base de guerras.
Su estrategia fue brillante pero brutal: guerra contra Dinamarca (1864), contra Austria (1866) y contra Francia (1870). Cada victoria acercaba más la unificación. En 1871, Guillermo I se proclamó káiser del II Imperio alemán en el mismísimo Palacio de Versalles.
¡Recuerda! Bismarck demostró que la unificación podía lograrse "por sangre y hierro", no solo por ideales románticos.