La crisis del Antiguo Régimen en España marcó un período crucial de transformación política, social y económica durante el reinado de Carlos IV (1788-1808).
Durante este período, España experimentó profundos cambios que alteraron las estructuras tradicionales del país. El reinado de Carlos IV se caracterizó por una serie de crisis que debilitaron el sistema absolutista: la influencia de la Revolución Francesa, las guerras contra Inglaterra y Francia, y el deterioro de la economía nacional. Manuel Godoy, favorito del rey, ejerció un poder considerable como primer ministro, implementando políticas que generaron descontento entre la población y la nobleza. La economía española sufrió graves problemas debido a las guerras constantes, la pérdida del comercio colonial y la devaluación de los vales reales.
Las transformaciones económicas y sociales del siglo XIX fueron fundamentales para la modernización de España. La sociedad estamental dio paso gradualmente a una sociedad de clases, aunque persistieron muchos elementos del Antiguo Régimen. La burguesía emergió como nueva clase social dominante, mientras que el campesinado y las clases populares urbanas continuaron enfrentando dificultades económicas. En el ámbito económico, se iniciaron importantes reformas como la desamortización de bienes eclesiásticos y comunales, aunque la industrialización fue más lenta y desigual que en otros países europeos. La España del siglo XIX experimentó también significativos cambios políticos, pasando del absolutismo al liberalismo, aunque con períodos de retroceso y conflictos como las guerras carlistas. Este período sentó las bases para la modernización del país, aunque muchas de las reformas quedaron incompletas o tuvieron un alcance limitado.