Caída de Napoleón y España bajo el Imperio
1812 marcó el principio del fin para Napoleón. Aunque alcanzó su máxima expansión, dos derrotas clave comenzaron su declive: la Guerra de la Independencia en España y la invasión fallida de Rusia, donde el duro invierno destrozó su ejército.
En 1813, la coalición de Gran Bretaña, Rusia, Austria y Prusia derrotó a Napoleón en Leipzig. Fue desterrado a la isla de Elba, pero en 1815 regresó a Francia en el famoso "Imperio de los Cien Días". Su aventura terminó definitivamente en Waterloo, tras lo cual fue exiliado a Santa Elena, donde murió en 1821.
El legado de Napoleón sobrevivió a su muerte: establecimiento del sistema constitucional en Europa, abolición definitiva del sistema señorial, y reconocimiento de derechos y libertades individuales a través del Código Civil.
En España, la Guerra de la Independencia (1808-1814) comenzó con el Motín de Aranjuez (19 de marzo de 1808). El malestar por la entrada de tropas napoleónicas y la posible huida de Carlos IV provocó la abdicación forzada del rey. En las Abdicaciones de Bayona, tanto Carlos IV como Fernando VII abdican bajo presión, y Napoleón nombró a su hermano José I Bonaparte rey de España.
💡 Ironia histórica: Napoleón, que expandió las ideas de libertad por Europa, acabó convirtiéndose en el dictador contra el que todos lucharon por su independencia.
La resistencia española contra José I ("Pepe Botella") se convirtió en el primer ejemplo de guerra de guerrillas de la historia moderna.