Del Imperio Romano al Imperio Bizantino
Todo empezó cuando el emperador Teodosio decidió dividir el enorme Imperio Romano en dos partes en el año 395. Era demasiado grande para gobernarlo desde un solo lugar, así que creó el Imperio Romano de Occidente y el Imperio Romano de Oriental.
El Imperio de Occidente no duró mucho: los pueblos germánicos lo destruyeron en el año 476 d.C. Pero el de Oriente siguió adelante y se convirtió en lo que conocemos como Imperio Bizantino.
La gran época de este imperio llegó con el emperador Justiniano en el siglo VI. Este líder fue increíblemente ambicioso y consiguió reconquistar muchos territorios perdidos, restaurar las fronteras y crear un famoso código de leyes. Gracias a una agricultura próspera y un comercio floreciente, el imperio vivió una época de gran prosperidad económica.
¡Dato curioso! Justiniano no solo fue un gran conquistador, sino también un legislador genial que creó leyes que influyeron en Europa durante siglos.
El Nacimiento del Reino Franco
Mientras el Imperio Bizantino brillaba en el este, en el oeste estaba pasando algo igual de importante. En el año 476, los pueblos bárbaros entraron en la región de la Galia (actual Francia) y crearon el Reino Franco.
Los francos estuvieron gobernados por una dinastía llamada merovingios, aunque estos reyes se ganaron el apodo de "reyes gandules" porque no les gustaba mucho trabajar. El poder real acabó en manos de un noble llamado Carlos Martel, que se convirtió en mayordomo de palacio.
Carlos Martel fue mucho más que un simple mayordomo: tenía el verdadero poder político y religioso del reino. Su familia acabaría siendo súper importante para la historia de Europa, ya que de ella saldría Carlomagno, uno de los emperadores más famosos de todos los tiempos.