La guerra de trincheras
Cuando las tropas de la Triple Entente detuvieron a Alemania cerca de París, en el río Marne, comenzó la segunda fase: la guerra de trincheras. Esta etapa se caracterizó por un estancamiento total donde ningún bando podía avanzar, causando pérdidas humanas terribles.
Las batallas más sangrientas incluyeron Verdún (que duró 10 meses) y la batalla del Somme. Los soldados tuvieron que cavar sistemas complejos de trincheras, enfrentando problemas constantes: lluvia, frío, nieve, ratas, piojos y enfermedades.
Después de mucho tiempo en estas condiciones deplorables, los soldados mostraron signos de fatiga, descontento y baja moral, lo que llevó a numerosas deserciones. La guerra se extendió a otras partes del mundo como el Imperio Otomano, África, Grecia y el Cáucaso.
La tercera fase llegó en 1917 cuando Rusia se retiró tras su revolución, firmando un tratado de paz en 1918. Estados Unidos entró definitivamente en la guerra después del hundimiento del Lusitania por un submarino alemán, donde murieron 1.200 personas, muchas estadounidenses.
Punto clave: La guerra de trincheras convirtió el conflicto en una pesadilla estática donde los avances se medían en metros, no en kilómetros.