La revolución liberal burguesa en España fue un proceso histórico complejo que transformó profundamente la sociedad española durante el siglo XIX. Este período estuvo marcado por importantes cambios políticos, económicos y sociales que buscaban modernizar el país y acabar con el Antiguo Régimen.
Las guerras carlistas y cuestión foral representaron uno de los mayores desafíos para la consolidación del liberalismo en España. Los carlistas, defensores del absolutismo y los fueros tradicionales, se enfrentaron a los liberales en tres guerras civiles que causaron gran inestabilidad política y social. La primera guerra carlista (1833-1840) estalló tras la muerte de Fernando VII cuando los partidarios de su hermano Carlos se opusieron a la coronación de Isabel II. La segunda (1846-1849) y tercera guerra carlista (1872-1876) continuaron el conflicto entre tradicionalistas y liberales, afectando especialmente a las regiones del País Vasco y Cataluña.
La oposición al sistema liberal siglo XIX se manifestó a través de diversos grupos y movimientos. Además del carlismo, surgieron otras formas de resistencia como el republicanismo federal, que criticaba la monarquía constitucional, y los movimientos obreros y campesinos que demandaban mejores condiciones de vida. El sistema liberal también enfrentó la oposición de la Iglesia Católica, que veía amenazados sus privilegios tradicionales, y de sectores conservadores que rechazaban las reformas modernizadoras. Esta compleja red de conflictos y resistencias marcó el desarrollo del liberalismo español, que tuvo que adaptarse y negociar con diferentes fuerzas sociales y políticas para consolidarse como sistema dominante.