Pintura y mosaicos: Color y técnica en las casas romanas
Para los romanos, pintar las paredes era como poner papel pintado hoy en día: solo para que no quedaran blancas. Lo que realmente consideraban arte eran los cuadros, que coleccionaban como nosotros coleccionamos pósters o arte.
Usaban la técnica del fresco con colores súper llamativos. Los mejores ejemplos están en Pompeya, donde la erupción volcánica los conservó perfectamente. Los arqueólogos han clasificado cuatro estilos pompeyanos: el de incrustaciones (imitaba mármol), el arquitectónico (con perspectiva), el ornamental (marcos decorativos simples) y el ilusionismo perspectivo (arquitecturas imposibles).
Los mosaicos no eran decorativos al principio, sino súper prácticos: impermeabilizaban el suelo y necesitaban poco mantenimiento. Evolucionaron desde fragmentos de cerámica hasta teselas de mármol minúsculas.
Las tres técnicas principales eran: Opus vermiculatum (teselas pequeñísimas perfectas para retratos), Opus signinum (hormigón con restos de ladrillo, genial para cisternas) y Opus sectile (placas de diferentes formas que se pusieron de moda al final del imperio).
¡Dato interesante! Los mosaicos no se consideraban arte, sino trabajo de artesano. ¡Hoy los vemos en museos como obras maestras!