Liberalismo, Nacionalismo y las Revoluciones del Siglo XIX
Después de derrotar a Napoleón, las potencias europeas intentaron volver al pasado en el Congreso de Viena. Restauraron las monarquías absolutas, pero ya era demasiado tarde: las ideas liberales habían prendido.
El liberalismo se basaba en principios claros: división de poderes, soberanía nacional, sistema representativo, constitución y libertades individuales. Paralelamente, surgió el nacionalismo, que defendía el derecho de cada nación a tener su propio Estado.
Entre 1820 y 1848 se produjeron tres oleadas revolucionarias que sacudieron Europa. En 1820, España, Nápoles y Portugal suspendieron sus monarquías absolutas. En 1830, Francia estableció una monarquía constitucional y Bélgica se independizó. Las revoluciones de 1848 fueron las más extensas.
Estas revoluciones tuvieron consecuencias duraderas: la burguesía liberal se consolidó como clase dominante, desapareció definitivamente la sociedad estamental y se abolió el feudalismo. Italia y Alemania lograron su unificación nacional en la segunda mitad del siglo.
Clave para el examen: Las revoluciones del XIX consolidaron los principios liberales y nacionalistas en toda Europa.