La Naturaleza Humana: El Dualismo Alma-Cuerpo
Para Platón, los seres humanos somos seres duales compuestos por dos elementos radicalmente diferentes y hasta opuestos.
El alma es incorpórea, inmaterial, simple e inmortal. Pertenece al mundo de las ideas y es lo divino que hay en nosotros. Tiene función directora y es pura inteligencia destinada a gobernar el cuerpo. Platón ofrece varias pruebas de su inmortalidad, especialmente el argumento de la reminiscencia: el alma recuerda las ideas que contempló antes de nacer.
El cuerpo, por el contrario, está sujeto al cambio y la muerte. Es compuesto, multiforme, mutable y pertenece al mundo sensible. Ha sido creado por el Demiurgo y es solo el alojamiento temporal del alma.
La unión alma-cuerpo es antinatural y violenta. El destino del alma es purificarse mediante la dialéctica y la práctica de la virtud para liberarse del cuerpo y volver al mundo de las ideas. Si no se purifica, se reencarnará en otro cuerpo.
Platón divide el alma en tres partes: el alma racional (inmortal, ubicada en el cerebro, nos conecta con las ideas), el alma irascible (mortal, en el tórax, fuente de pasiones nobles) y el alma concupiscible (mortal, en el abdomen, origen de pasiones inferiores).
💡 Dato curioso: Esta división tripartita del alma corresponde exactamente con las tres clases sociales de su estado ideal, como veremos después.