La poesía del XVIII
La poesía neoclásica triunfa en la segunda mitad del siglo, imponiendo un modelo basado en la razón y el buen gusto. Se busca una poesía equilibrada y de formas correctas, evitando los excesos de fantasía y confesión sentimental.
Las fábulas se convierten en un género muy característico por su carácter didáctico. Samaniego ridiculiza los defectos humanos con ironía y humor en obras como "La lechera" o "La cigarra y la hormiga". Iriarte, por su parte, incluye moralejas que son verdaderos preceptos neoclásicos.
Meléndez Valdés representa la síntesis perfecta de las corrientes poéticas del XVIII. Cultiva tanto la poesía anacreóntica (temas amorosos, naturaleza, ritmo ligero) como la poesía filosófica y moral inspirada en las ideas ilustradas.
💡 Para recordar: Meléndez Valdés es considerado el poeta lírico más importante del siglo XVIII español.
Su obra abarca desde composiciones sobre el amor y la naturaleza hasta temas como la agricultura, educación y trabajo, siempre con ese tono sentimental característico de la época.