Formas de la lírica medieval: villancicos y cantigas
Los villancicos medievales (llamados así por ser cantados por los villanos o habitantes de las villas) sobrevivieron gracias a que los poetas cortesanos de los siglos XIII al XV los copiaron en sus cancioneros. Su lengua es sencilla y su tono íntimo, expresando sentimientos de forma clara y directa. Abundan las comparaciones, paralelismos y repeticiones para reforzar el ritmo.
Existen diferentes tipos de villancicos según su temática: los villancicos de amigo (donde la mujer lamenta la ausencia del amado), las alboradas (cantos al amanecer cuando los amantes pueden reunirse), las mayas (celebrando la primavera) y los villancicos de siega y siembra que acompañaban las labores del campo. Su estructura típica incluye un estribillo inicial que se repite al final.
Las cantigas de amigo gallegas comparten rasgos con las jarchas, como el tema amoroso y la voz femenina, pero presentan mayor extensión y estrofas encadenadas por paralelismos. A diferencia del ambiente urbano de las jarchas, las cantigas incluyen referencias a la naturaleza campesina. Su estructura se basa en el paralelismo y el estribillo, empleando técnicas como el leixa-pren (repetición de versos entre estrofas).
El mester de juglaría designa el oficio de los juglares, quienes recorrían los pueblos difundiendo estas canciones populares. Su obra más característica fueron los cantares de gesta, largos relatos versificados con una estructura narrativa completa (introducción, nudo y desenlace) que narraban las hazañas de héroes medievales.
🔍 Una técnica fundamental para memorizar estos poemas era el paralelismo: repetir estructuras similares con pequeñas variaciones. Esta técnica no solo facilitaba recordar los versos, sino que creaba un efecto hipnótico y musical muy apreciado por el público.